Paso por muchas casas de camino a la mía.
Algunas son bonitas, otras caras, algunas atraen.
Pero mi corazón siempre da un vuelco
cuando doy vuelta en el camino
y veo mi casa frente a la colina.
Supongo que estoy especialmente orgulloso de la casa
y la forma en que se ve,
porque yo mismo dibujé los planos.
Comenzó siendo suficientemente grande para nosotros,
incluso tenía un estudio
donde ahora residen dos adolescentes.
Y tenía una habitación para huéspedes;
ahora mi niña y nueve muñecas
son sus huéspedes permanentes.
Tenía una habitación pequeña;
Peg había pensado que podría ser su cuarto de costura.
Pero dos chicos columpiándose en la puerta
han reclamado el cuarto para ellos.
Así que realmente en éste momento
no se ve como si tuviera mucho de arquitecto.
Pero será muy grande de nuevo
uno por uno, mis hijos se irán.
Al trabajo,
a la universidad,
al servicio,
a sus propias casas.
Y luego habrá espacio;
un cuarto de huéspedes,
un estudio,
y un cuarto de costura
solo para nosotros dos.
Pero no estará vacio.
Cada rincón, cada cuarto,
cada tarde en la mesa del café
se llenará con recuerdos.
Recuerdos de días de campo,
fiestas de cumpleaños, navidades,
pijamadas, veranos,
fogatas, inviernos,
Recuerdos de piecitos descalzos,
de las vacaciones, las conversaciones,
ojos negros, graduaciones,
sus primeras citas,
partidos, argumentos,
lavando los platos, bicicletas,
perros, paseos en barco,
llegar a casa de las vacaciones,
comidas, conejos,
y otras mil cosas de quienes después de ser dos,
llegaron a ser cinco.
Entonces Peg y yo,
nos sentaremos quietamente frente al fuego de la chimenea,
y escucharemos la risa en las paredes.
Original de Bob Benson.
“LAUGTHER IN THE WALLS”.
Traducido y adaptado por Mayra Gris de Luna.